lunes, 4 de marzo de 2019

En palabras del autor.

Compartimos con ustedes el siguiente artículo, en el cual, el mismo autor cuenta cómo ha surgido la idea de escribir su libro titulado: "La mosca dragón", nuestro libro del mes.

Esperamos lo disfruten.


La mosca dragón
Por Arturo Monterroso - Guatemala, 13 de agosto de 2006
amonterroso@guate.net.gt

“El tiempo me dejó jugar y ser feliz en la compasión de sus significados…”.
Dylan Thomas

Hace ya bastante tiempo que alguien me contó la historia de Inés. Era una niña de Tecpán que en los días de la guerra escuchaba una voz, a veces indescifrable, que parecía venir del otro lado de la pared de la casa donde vivía. No recuerdo con exactitud si la niña logró develar el misterio y nunca pude averiguar si la historia correspondía a la realidad o a la imaginación de alguna persona. En todo caso, me pareció interesante y tomé algunos apuntes que luego se convirtieron en un cuento; unas cuantas páginas que fueron transformándose en sucesivas versiones hasta que ya no dieron más. Y me di cuenta de que la historia de Inés solo podía contarse en una novela. Así que para documentarme fui varias veces a Tecpán. Tenía la peregrina idea de encontrar a la niña o de identificar la casa donde había vivido; una casa que quedaba a la vecindad de una tienda cuyas propietarias eran unas viejas astutas y malencaradas, de pasado incierto. Hablé con las viejas de varias tiendas, con transeúntes elusivos, y con algunas niñas que iban por la calle, corriendo el riesgo de que me acusaran de paidófilo. En suma, no encontré sino un aire ajeno a la novela que había empezado a escribir. Por alguna razón inexplicable, el Tecpán de Inés había desaparecido.


Era el Tecpán de los tiempos de la guerra –herido, como muchos pueblos del altiplano– y no lo encontré sino hasta que empezó a tomar forma en la novela, como salido de la neblina, en la mirada y en las palabras de dos niñas que oyen una voz extraña, al otro lado de su pared. Y en su imaginación que las lleva a concluir que, en esa tienda de la vecindad, las viejas mantienen prisionero a un muchacho. A partir de esa convicción, un tanto mágica y un tanto apuntalada por los hechos, inician el juego de comunicarse con el prisionero a través de una rendija abierta en la pared de la cocina. Mientras tanto, el pueblo continúa su rutina, azotado por la lluvia, el frío y el viento, y estremecido por una guerra cuyas noticias y consecuencias terminan por alcanzar la vida de las niñas. El encanto triste de la voz del prisionero, que pasa como un soplo a través de la rendija, se pierde varias veces golpeado por la realidad cuya presencia es imposible de eludir: un muerto en la calle, unos cuantos desaparecidos, una muchacha amenazada por un fusil; largos días que se llenan de estruendos, mujeres angustiadas y conversaciones que se apagan, ensombrecidas por el temor; sueños inconstantes, agitados por un batir de alas con plumas de metal.

De pronto, un día inesperado, no queda duda ante la evidencia: la voz es real, el muchacho existe. No es más una invención lúdica: las viejas tienen un prisionero oculto en su casa. Se establece una comunicación errática pero Inés decide ir hasta donde sea necesario para descubrir el misterio. En ese camino, no exento de equívocos, tropezará con su propia tendencia al ensueño, pero terminará por encontrar las referencias ocultas en un lenguaje cifrado, que gira alrededor de un insecto atrapado en una campana de cristal. Después, como sucede en la vida, la realidad cae como el telón que cierra el escenario; aunque quizá también abre una puerta a la imaginación. Porque la mosca dragón no es una mosca.

Quise ver la historia desde los ojos de las niñas. O, mejor, desde la mirada de una mujer adulta que recuerda ciertos hechos de cuando era niña. Por eso no está exenta de cierta ingenuidad. Pero también de la ironía, la inteligencia y la sagacidad de las protagonistas. Escribí la novela con la intención de que puedan leerla los niños sin aburrirse en la primera página, o cualquier adulto que no haya perdido el sentido del juego. Ignoro si lo conseguí. Pero una vez concluida, comencé el largo proceso de corrección y reescritura.


Guatemala, 11 de agosto de 2006
Fuente: www.elperiodico.com.gt
Tomado de: http://www.albedrio.org/htm/articulos/a/am-009.htm
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También queremos compartirles la siguiente información.




1 comentario:

  1. Es una historia más para leer, crear y compartir que promueve Letras Ejemplares su Club de lectura.

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